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La Ciudad del Sol, la comunidad que venera al detenido gurú ruso que se cree Dios

Vissarion está a la espera de juicio, acusado de extorsionar a sus seguidores y abusar de ellos

Aislada en la inhóspita Siberia, la Ciudad del Sol es el hogar de un misterioso culto religioso ruso conocido como la Iglesia del Último Testamento. Su líder, Vissarion, era un policía que tuvo una revelación en su juventud: que es la reencarnación de Jesucristo.

Pero en septiembre, las fuerzas de seguridad rusas invadieron la Ciudad del Sol y arrestaron a Vissarion y a dos de sus ayudantes más cercanos. Están acusados de extorsionar a sus seguidores y abusar de ellos física y mentalmente.

Una periodista de la BBC Nataliya Zotova, ha viajado a Siberia para tratar de comprender más sobre el caso. En el documental, muestra las dos caras: la de seguidores que veneran a su líder y la de personas que huyeron del hombre al que consideran un charlatán. Una de sus seguidoras, Ilyana, que apenas había cumplido 15 años cuando conoció a Vissarion en 1995, asegura que cuando le vio por primera vez, “con esos ojos azules”, se le saltaron las lágrimas: “Él solo me abrazaba y sonreía”, cuenta aún emocionada”. Para ella Vissarion es Dios y, se sintió feliz en todo momento mientras estuvo cerca de él. “Nunca lloré, me sentía en paz”, afirma.

En el lado opuesto, dos mujeres. Anastasia, una joven que llegó de niña a la Ciudad del Sol de la mano de sus padres “a quienes lavaron el cerebro” y que se marchó de ahí en cuanto pudo. “Él es un mentiroso”, zanja. “Nos contaba que iba a llegar el fin del mundo y como no llegó, nos decía que era porque lo habíamos hecho bien”, se burla. Y Elena, una de las ocho personas que han testificado contra el que se cree la reencarnación de Dios. Denuncia que la Iglesia del Último Testamento engaña a sus seguidores para que entreguen todo su dinero. Y más grave aún, que les prohíben tratarse médicamente si están enfermos y que muchos niños han muerto por ello.

Alexander Staroverov, que vive en la Ciudad del Sol y actúa como secretario de prensa de la comunidad, es tajante en su defensa: “Tiene que entender que aunque se nos acuse de prohibir a la gente de hacer cosas o de obligarles a hacer otras, eso no existe entre nuestras enseñanzas. No son imposiciones, son recomendaciones”. Y admite que la gente que ahí se instala dona dinero, claro, pero voluntariamente. Y que han de entender que nada es suyo, ni siquiera las casas en las que viven.

A pesar de la detención de su líder y dos de sus lugartenientes, la vida prosigue en el seno de la comunidad. Una comunidad en la que los miembros no pueden comer ni carne, ni huevos, ni nada que no cultiven ellos mismos. Por supuesto, el alcohol y el tabaco están más que prohibidos. Así como el dinero. La doctrina que siguen está recogida en el libro «El Último Testamento», doce volúmenes escritos por el propio gurú que recogen los principios de su movimiento religioso: una mezcla de influencias de la iglesia Ortodoxa con el budismo, pero también ufología. En el libro quedan igualmente escritos las normas de conducta adecuada en el día a día.

Mientras, Vissarion, como se hace llamar, de nombre real Sergei Torop, espera su juicio que se celebrará el 15 de abril. Después de un tiempo en el ejército soviético y luego en la policía, fue quien fundó la Iglesia del Último Testamento en 1991, registrada oficialmente como una organización religiosa legal en 1995. El grupo afirma tener unos 10.000 seguidores, en su mayoría viviendo en el sur del Región de Krasnoyarsk.